Gareth Bale.
Desde 2009, Cristiano Ronaldo fue el macho alfa indiscutible del vestidor blanco: el más alto, el más poderoso, el más fuerte, el más rápido, el más caro; por méritos propios y en complicidad con el Madrid, que le había respetado la jerarquía al no fichar a nadie que pudiera comprometer el estatus de su titán. Cuatro años más tarde apareció Bale, que si bien no destronó al crack portugués, sí sacudió los cimientos de un establishment hasta entonces indiscutido. De entrada, porque su fichaje lo convirtió en el jugador más caro de la historia, un récord que hasta entonces había sido de Cristiano.
Los 100 millones de euros que en 2013 el Real Madrid le dio al Tottenham Hotspur a cambio del galés -cuatro más de lo que costó CR7- fueron, en buena medida, una impulsiva respuesta al título de liga que el Barcelona se llevó la temporada 2012-13 de una manera tan relativamente sencilla (15 puntos de ventaja).
Fichar a un extremo tan explosivo era, por una parte, una declaración de intenciones desde la capital española; la muestra de que estaban alimentando su arsenal para cubrir de blanco una liga que se había teñido de azul y grana. Y por otra, la respuesta a un movimiento hecho en Cataluña.
Luego de que el Barca reforzara su ataque con Neymar, el Madrid se desempeñó en ejecutar su propio traspaso explosivo, Cristiano-Bale sería una suerte de antídoto al Messi-Neymar. La presión sobre los anchos hombros del galés no era poca y aumentó cuando, luego de sus dos primeros clásicos en Liga 2013-14, su hoja de registros tenía saldo en números rojos: derrotas por 4-3 y 2-1.
Cumpliendo un cliché, la tercera fue la vencida: su tercer enfrentamiento con los culés fue la final de la Copa del Rey. El campo de Mestalla fue testigo de cómo la influencia de Bale se hizo tangible. Con el juego empatado a un gol, al minuto 84 con 11 segundos recibió un balón filtrado detrás del mediocampo y comenzó una galopada fantástica con la que Marc Bartra tal vez todavía tenga pesadillas y que culminó con un toque entre las piernas del portero para darle el título al Madrid. Con Cristiano aplaudiendo en el palco, Bale demostró que la poderosa armada Merengue tenía más de un cañón.
El veloz Expreso de Cardiff recorrió 58 metros en 8 segundos para vencer al Barca y dar la Copa al Madrid en 2014.
"Creo que mi velocidad y mi potencia son lo que me hace más temible para los defensas. El gol al Barcelona en la Copa del Rey fue uno de los mejores en mi carrera, quedará grabado en mi memoria" Gareth Bale.
Bueno eso es todo por hoy fanáticos, dejen sus comentarios y opiniones para más información deportiva, Saludos.
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